Existe una clase de orgullo que es muy saludable para la mente y el cuerpo. Aquel en el que le das el verdadero valor a tu esfuerzo, tus logros, tus adquisiciones y a ti como persona. Hay que tener cuidado ya que una tenue línea divide esta clase de orgullo de la soberbia.
El envanecimiento de una persona como efecto de sobredimensionar lo que ha conseguido: bienes materiales, títulos, reconocimientos. Esta exagerada auto valoración que se manifiesta con actos de desprecio hacia los demás al considerarlos que no son dignos de su presencia, se convierte en una causante de afecciones de salud. Uno de ellos, los problemas de rodillas. Que están estrechamente relacionados con la capacidad de “doblegarse”.
Este relato es un llamado a reflexionar sobre nuestro orgullo
EL ANTROPÓLOGO Y EL CAMPESINO
Esta es la historia de un antropólogo muy convencido del conocimiento y los títulos adquiridos durante su vida; Un día llegó a un pequeño pueblo para realizar algunas investigaciones y le pidió a un campesino que le guiara en su recorrido; Durante todo el viaje el antropólogo se había limitado a conversar solo lo necesario con el campesino hasta cuando en una pequeña balsa tuvieron que cruzar un caudaloso rio.
Mientras navegaban, el especialista le preguntó al humilde hombre si sabía leer, cuando le contestó que no, el profesional le dice ¡Cuánto lo siento, ha perdido usted una cuarta parte de su vida! A continuación le preguntó si sabía escribir, y cuando le contesta que no, le vuelve a decir ¡Cuánto lo siento, ha perdido usted otra cuarta parte de su vida!
De inmediato le continúa preguntando si tiene dinero y si ha viajado por muchos lugares del mundo, y cuando el sencillo hombre le responde que no, le dice ¡cuanto lo siento ha perdido usted otra cuarta parte de su vida! De repente, una fuerte corriente golpea el bote y le da vuelta, lanzando a los dos ocupantes al agua.
El campesino comienza a nadar tranquilamente hacia la orilla y le grita al asustado antropólogo ¿puede usted nadar? Con dificultad por el agua que ya estaba tragando le contesta que no puede. Entonces le dice el campesino ¡Cuanto lo siento, ha perdido usted toda su vida!
Algunas personas viven sumergidas en la arrogancia de sus logros pasados: conocimiento, títulos, cargos etc. Desconociendo el valor intrínseco de los seres humanos que los rodean. Que no seas uno de aquellos que se quedan solos, aferrados a sus posesiones, logros y puntos de vista recuerda las palabras del Nobel Gabriel García Márquez “Un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse”.
Fuente: Audio Libro «Cuentos y Reflexiones que Sanan» de la serie Cuento Contigo, Cuenta Conmigo. Narrado por Wilman Cuellar
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